jueves, 2 de octubre de 2008

Mark Millar


La historieta mainstream, el cómic superheroico se había vuelto un producto insufrible, insulso, recargado de colores y de dobles páginas con hombres en mallas. Productos tan respetables como el afamado y poco leído “El Regreso del Caballero Nocturno” de Miller o “La Broma Mortal” de Alan Moore, habían pasado al olvido. El repetir hasta el cansancio la misma fórmula, con personajes cada vez más acartonados, hizo que hace algunos años Marvel (La casa de las ideas) cayera en números rojos.
Aunque algunos aseguran que todo fue un plan financiero para abaratar Marvel y venderla al mejor postor. Lo cierto es que con el cambio de editor y la entrada de Joe Quesada, comenzaron a subir sus ventas y lo que es más importante, a elevar el nivel de las historias. En ese momento de reestructuración entra el ingles Mark Millar, que venía de trabajar en DC, lugar donde encontró muchas reticencias a sus historias fuertes con alto contenido de sexo y violencia.
Millar y Bryan Hitch, el dibujante, revitalizaron a los Vengadores en la serie Ultimates. En alguna entrevista el inglés se preguntó sobre qué pasaría si se hiciera una película de los Vengadores. Lo que resultó fue un cómic hiperrealista, asentado en sus obsesiones: las tramas de guerra, la paranoia, las relaciones humanas conflictivas, el mundo de la farándula inundando la vida cotidiana.
Convierte al Capitán América en un conservador odioso, en un macho que odia las malas palabras y se queja de los desnudos en las películas, a Thor en un ecologista de izquierda, que presiona constantemente para lograr sus objetivos altermundistas y a Iron Man en un alcohólico mujeriego muy cool. Toma la relación marital entre Henry Pym y Avispa y la convierte en un infierno conyugal de golpes y reconciliaciones. Millar vuelve adultos personajes que podrían lanzarse a la basura.

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