miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cine psicotrónico (tres de tres)


Para terminar de redondear este breve acercamiento a las cinematografías de la periferia. Hablaremos del cine turco, el cual es una delicia dentro del cine psicotrónico. Es decir, el cine que se sale de los cánones, que abusa del espectador y que requiere de guiones verdaderamente absurdos con un presupuesto de tres pesos, para ser. El cine turco era dominado hasta la mitad de los noventa por mafias maquiladoras de bodrios, que se dividieron el país en seis regiones, hasta que el gobierno pactó con las mafias transnacionales e inundó la taquilla de bodrios gringos. Estas mafias impedían la llegada de las cintas norteamericanas y europeas, incluso, algunas mexicanas, todo para hacer sus versiones locales sin pagar un solo peso. Había directores que se anunciaban capaces de entregar una película en cuatro días de aspecto profesional.

Lo mismo producían versiones de historietas italianas, que Santos karatecas, o seriales anacrónicos. A diferencia de otros países tercermundistas, donde las versiones se hacían a imagen y semejanza de las del primer mundo, con la intención de lograr productos similares, las turcas les importa poco esta exigencia. Por ejemplo DÜNYAYI KURTARAN ADAM es la historia de Star Wars, pero con disfraces terribles, con espadas de madera pintas de dorado, con efectos especiales que sonrojarían al Chapulín Colorado y saqueos a la música John Williams.

SEYTAN, es la versión musulmana de El Exorcista, la película que conmocionó a la puritana sociedad gringa de esos tiempos. En esta cinta copian toma por toma el desarrollo de la original, solo que con (d) efectos especiales y sacerdotes musulmanes. La niña se masturba con un cuchillo con cara de demonio y la culpa de todo la tienen los cristianos. Ya saben. Cosas del integrismo árabe.

Sin duda, una de las películas más extrañas y absurdas de todas es 3 DEV ADAM. Ahí Spiderman, un regordete actor, enfundado en un traje verde y rojo bastante madreado, es el líder de una banda de maleantes. Spiderman es tan malvado que tortura mujeres con ratas hambrientas y entierra vivos a sus enemigos. Pero está el Capitán América con su traje comprado en el mercado y el Santo Karateca para hacer justicia. La delicia se la lleva El Santo, que es un tipo flaco, con más agilidad que nuestro superhéroe, que puede patear a más de tres con gritos de Bruce Lee incluidos. El gobierno turco tomaría el poder de la industria cinematográfica y esta caería hasta no recuperarse nunca más.

Cine Psicotrónico (dos de tres)


El cine Japón es una industria reconocida y apoyada por el Estado. En varios años fue aún más prolífica que en la India o Estados Unidos. Sus temáticas ahora son más conocidas en el resto del mundo gracias a que los gringos decidieron saquear sus temáticas, ante la falta total de ideas que les produjeran éxitos. No sólo rehicieron cintas de terror, como El Aro (Ringu) o La Maldición (Ju-on), sino también como ¿Bailamos?; que protagonizaron Richard Gere y Jennifer López.

Huelga decir que la premisa con la que parte la cinta es bastante risible en Japón, pero en Brooklyn la idea de que un aburrido hombre de negocios se encuentre con una latina que lo enseñe a bailar no es tan divertida. Los rostros de piedra nipones y el desenfado de la actriz brasileña eran la pareja dispareja ideal para realizar esta cinta. Ver como un japonés de movimientos marciales y perpetuo traje negro es conducido a los placeres del un dos tres Cha Cha Cha y como poco a poco va haciéndose de amigos, es increíble.

A nosotros nos han llegado gracias a Tokio Shock muchos de los éxitos que en los noventas rompieron taquillas del otro lado del mar. Desde la fábula negra de Audition, hasta el cuento manga de personas reales, Batalla Real. Las secuelas de Ringu, su “precuela” y algunas más de Takeshi Miike. Sin embargo, no hemos podido ver con buena calidad películas nodales como Guinea Pig.

Dichas cintas fue durante mucho tiempo una especie de leyenda dentro de los cineclubs piratas y los coleccionistas. La serie se convirtió rápidamente en cintas de culto que producían lo mismo terror que risa. Hasta algún actor norteamericano la llevó ante la policía de su país pensando que en realidad era una película Snuff. Obvio, recibió la risa de sus compañeros que desentrañaron el “cómo se hizo” muy rápido.

Flores de Carne y Sangre la más famosa de la serie fuera de Japón es nada más la tortura de una mujer por un grupo de malandrines que la secuestran y le hacen toda suerte de canalladas. En otra de ellas, un raquítico anciano, vestido como samurái, va cortando a pedazos a otra mujer aconsejado por una ruleta. Para estómagos fuertes.

Las películas de monstruos gigantes que destruyen bajo sus pies a un Tokio de grandes edificios son todo un subgénero que llena las salas de toda Asía. Es increíble ver como a pesar del alto presupuesto que tienen, del apoyo del ejército para filmar sus aviones de tecnología de punta, de los actores de renombre y de la gran promoción, el monstruo siempre es un tipo disfrazado dentro de una maqueta. Desde Mechagodzilla, Rey de los brutos mecánicos, hasta ¡Majin Ataca!

Cine Psicotrónico (1 de tres)


Cuando uno observa la cartelera de nuestro país, se encuentra con que el cine norteamericano reina a sus anchas. Con alguna película nacional que a últimas fechas ha dando la pelea, pero realizada con el formato gringo en pleno. Es decir, comedias románticas o de acción con las convenciones del cine gringo más comercial. No encontramos ni por equivocación alguna cinta de la India, de Pakistan, de Turquía, de Japón, de China o Argentina. Y digo de estos países porque son donde la producción media da para exportara todo el mundo. Los argentinos, en especial han sufrido un periodo de creación de muchas películas, aunque no ha impactado en los festivales, no así en su taquilla nacional.

Pero si vamos a gente en verdad deseosa de cine, es decir cinéfagos, los hindús y japoneses son los más enloquecidos. Su producción anual fluctúa entre 900 u 800 cintas al año, cuando el promedio de Estados Unidos es de 700 y el del nuestro fue el año pasado menos de una cincuentena. De estas cinematografías llegan a nuestro país muy pocas, la mayoría directo al video o en festivales.

Los hindús se han puesto de moda para algunos críticos e intelectuales, aunque no hayan visto ninguna cinta más allá de Slumdog Millonarie, de Dany Boyle. Esté país esconde la más grande maquinaria de sueños que se haya realizado: Bollywood. Llamado así porque la mayoría de los estudios están localizados en Mumbay, anteriormente llamada Bombay. Los hindús tienen una extraña fascinación por los bailes y las canciones. Así que no importa que sea una cinta género negro, de terror, de vampiros, la narración estará siempre salpicada de canciones y bailes.

Como buena cinematografía del tercer mundo, se roba temas del cine norteamericano y los tropicaliza. Así podemos ver a Rambo, a Tiburón o a Drácula convertidos al budaísmo o temiendo a la espada de Shiva. El plagio o remake, como le dicen los gringos pomposamente, de Perros de Reserva, está llena de bailes. Todos los personajes tienen su tema musical y bailan en algún momento.

La verdad, es que muchas veces las cintas producen más risa que miedo. Debido principalmente a lo psicotrónico de las propuestas. Un Michael Jackson de Bigote bailando junto a varios zombis, que más parecen pordioseros, no es precisamente mi idea de terror.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Caleta y caletilla


De improviso se suelta una tromba tropical que amenaza con anegar las calles. La señora a mi lado me dice que ya era hora, que ya llevaban casi un mes sin nada de lluvia y el calor estaba insoportable. “La canícula joven, ya se habían muerto varios.” La lluvia comienza a cobrar fuerza y nos orilla a la seguridad de un Oxxo. El limpia-ventanas del crucero se detiene y comienza contar sus monedas.

El compa se acerca al Oxxo con el cambio acumulado en unas dos horas. No ha comido nada desde la mañana. Su camisa está desgarrada de abajo y acusa un enfermo color gris perpetuo. Está descalzo; una mancha negra de mugre le forma un par de botas impermeables. Es delgado, correoso, tiene los ojos negros perdidos y se sonríe para sí mismo. No huele a resistol, pero tal vez si ha inhalado un poco. Se le nota en su errático comportamiento.

Frente a mí está un sujeto delgado con su copete pintado de rubio. A todas luces se ve que es homosexual: pantalón entallado, camisa pegadita que deja asomar unos brazos hinchados por el gimnasio. Come con fruición un paquete de dos Vikingos y Coca-Cola de 600. De inmediato recuerdo el cartel mal puesto en el baño del restaurante a la orilla de la playa: “Primer marcha lésbico gay en Acapulco, registra tu carro alegórico. Emos, darks y punks son bienvenidos”.

Voy a la zona de comida rápida y me preparo un burrito y un jugo de esos falsos, de Jumex. El compa revisa el estante de las papas y busca con ansia algo para meterse a la boca. Dos de las tres chicas que cuidan el Oxxo lo persiguen por los pasillos, dándole unos metros de espacio. Por fin, llega a los hot dogs y toma uno con tocino. “Yo te lo sirvo”, dice una de las chicas evitando que sus dedos sucios toquen las demás salchichas. Pero es demasiado tarde, el compa ya toco varias de las que estaban alrededor. Con gula, se mete la salchicha a la boca y la mastica con fuerza. Luego toma una bolsa grande de chicharrones de cerdo y un refresco de lata.

El gay me ve, yo veo al limpia parabrisas y este a su vez al gay. Afuera sigue lloviendo. Tal vez mañana no me pueda meter a la playa.

Dos borrachos en busca de autor

Después de un rato volvemos a quedar Brama y yo en la soledad de mi comedor. Y ahí, como un adorno de mesa, como una veladora puesta en días santos, está el incomparable Tonayán. Bebemos un poco de él, aunque con cada trago sepamos que la cruda de mañana va a ser fulminante. Y es que el Tonayán es un bebedizo hecho de no sabemos qué alcohol, porque casi no huele y toma diferentes sabores y consistencias. A punto de congelación, con refresco de toronja frío, jugo de lima, una cáscara de ella y sal, es una bebida exquisita con un gusto a Tequila Don Julio.

Bebemos ahora una versión menos deliciosa de la expuesta arriba. Cambiamos la lima por un limón y está a temperatura ambiente. Los tiburones de tierra pasean por mi ventana de un lado a otro, ladrando a los pocos transeúntes de madrugada, mostrando su aleta-cola. Bebemos en vasos largos de plástico comprados en Soriana. Platicamos de las mujeres, de su indecisión, de las últimas presas que han caído en nuestras fauces, de la necesidad de carne fresca; que cada día escasea más.

Bebemos y me platica de sus problemas con M, de sus necedades, de sus gritos, de que se golpeó sólo como en Jack en el Club de la Pelea. Que es un alcohólico sin remedio, que escasea el dinero, que su vecino ya le pidió la luz (es que claro, se la robaba), que una vecina jamona le sonríe. Bebemos y bebemos sabiendo que el Tonayán embota los sentidos y salimos a buscar pelea porque necesitamos un poco de acción.

Cuando pasamos por la calle poco concurrida nos encontramos con una fiesta de teatreros. Es fácil reconocerlos, con sus cuerpos delgados y sus poses homosexuales. Dudamos en entrar, pero una botella de Smirnoff nos llama al igual que una hermosa puberta en pants con el cabello azul. Pasamos y saludamos a todos como si nos conocieran. Apretones de manos a diestra y siniestra. Las presentaciones oficiales con la concebida mamonería propia de los “artistos”. Entonces dejamos de ser dos borrachines tomando Tonayán en un cuarto infestado de arañas y bichos de temporal, de ser Iván y Brama, para ser el escritor ganador de premios y becas y el performer que ha salido en periódicos y solicitado en bienales.

Pero eso no nos hace mejores personas, al contrario nos convierte en cínicos gorrones, en treintones sedientos de carne apenas dejando de ser infantil, en bebedores intransigentes, en lacras. De los “actores” que están ahí ninguno ha salido de Villachica y ni lo piensan hacer, porque no hay necesidad. Para qué enfrentarse con el mundo sí dentro de la protección del terruño son “los actores”. Decía el maestro Tom Waits: I’m big in Japan.

No van salir porque dentro de Villachica pueden engañar a todos, contarles sus glorias y ellos se las festejaran. No saldrán porque afuera hay verdaderas pirañas listas a merendarse sus premiecitos, sus patéticas actuaciones y sus veleidades. Tiene miedo, mucho miedo.

Dentro está un tipo delgado que iba al cine-club en donde programaba las pelis. Ahora me saluda y me llama Iván, llenándose la boca. “Ahí está el baño”, me confiesa a la vez que me sirve un trago. La gente que nos conoce nos ve con disimulo. Está la superactriz de cuerpo contrahecho, que dirige un programa en la televisión local. Las actricitas de cuerpos perfectos que están dentro de la moda de la capoeira y claro, la mujer triunfadora del teatro en Agua Suave, Villachica y sus alrededores. La santona local de la dramaturgia y la dirección. Dicha mujer, la maestra HHM, está sentada partiendo la sala, con una alumna cerca de ella y su marido a sus espaldas, esperando la siguiente orden de la dama.

Pirañas sedientas, nos sentamos cerca y damos cuenta de la comida que sobrevive, del alcohol que no ha fenecido y nos alimentamos del cuerpo perfecto de su alumna (cabello azul) y del suyo todavía delicioso.

Surge Pirandelo y las razones de aquella fiesta. Seis personajes en busca de autor. Brama manda por un trago a la maestra Soybienchingonayvengodeldf y la mujer obedece diciendo algo así como que también ha sido mesera. Brama comienza con sus comentarios de baja intensidad.

Me levanto al baño y encuentro a Tolín, el payasito de Tlaxcala. Ahora está sin maquillaje y sin sus distintivos trajes chillantes. Río y lo abrazo diciendo en voz cada vez más alta: “Eres Tolín, eres Tolín. ¡Tolín, el payasito de Tlaxcala!” Lo abrazo y le digo que he visto toda su obra, que lo admiro. Ni yo mismo sé si en serio o en broma. Pero me da gusto encontrarme a una cara amable. Le pregunto por el motivo de la fiesta y se remonta a Miguel N. Lira, a su dramaturgia. Me habla del comité de teatro, de los concursos y de infinidad de cosas más hasta llegar a la fiesta. Me tiene hasta la madre y le digo que lo admiro, que ¡él es Tolín! y grito lo más fuerte que puedo que ¡él es Tolín, el payasito de Tlaxcala! La gente nos voltea a ver, menos el trío conformado por HHM, su alumna y Brama.

Tolín se va apenado y le sigo gritando: ¡Él es Tolín! !Tolín!

Cuando regreso del baño Brama ya ha armado la trifulca con HHM y su alumna. HHM tiene el poder mutante de manipular a las personas y enceguecerlas de tal manera que pelean todas sus luchas con ella hasta el final. No es que sea mala, al contrario, pero está llena de odio y pretensiones. Demasiadas pretensiones para tan poco trabajo.

“Las cosas que haces son una mamada”, dice la docta actriz. Su marido sonríe sin atinar a decir nada. Luego hablamos sobre performances y discutimos el viejo punto en el que dicha disciplia es reducida a un ejercicio de improvisación para actores. Ya estamos bastante ebrios. Nosotros más que ella. Río y no sé porque le comienzo a hablar de vanguardias, de Duschamp, de Jodorowsky y sus efímeros, de los happenings y de historia del arte en el siglo XX. Pero la veo y pienso en que no hay necesidad de eso. Entonces le comienzo a gritar pendejadas y a decir incoherencias. Cuando me doy cuenta, la mujer está bajo dos fuegos. Ella me dice ignorante, que me conoce porque ha leído toda mi poesía. Tendré que cambiarle la contraseña a mi computadora porque eso que llamo poesía nunca ha salido de ahí.

Me dice necedades y yo neceo también. Cuando me doy cuenta, ya estoy apuntando el número de su alumna, su correo electrónico, la estoy abrazando y acariciándole la pierna.

“¿Y ustedes cojen?”, pregunta Brama ya caliente. Le digo alguna porquería al oído a la alumna y entonces me doy cuenta que lo mejor es huir de ahí. La fiesta ha terminado y debemos dormir.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Manifiesto

Debemos entender de entrada, que los gobernantes siempre mienten. No sólo los gobernantes mexicanos, sino todos en general. No pensemos que la corrupción es inherente sólo a nuestro país. Churchill le mentía a los ingleses y Berlusconi a los italianos. Los gobernantes mienten, porque el ejercicio del poder implica esconder información, escamotear los hechos, brindarnos a cuenta gotas lo que necesitamos saber. El ejercicio de poder conlleva a hacer tratos con el diablo y, con la misma mano con que cerraron el trato, son capaces de jurar ante la biblia que no mienten.

                 Pero también debemos entender que el hecho de saber que los gobernantes mienten no implica tirarse del lado del nihilismo y desestimar todo lo que hacen pensando que “todos son iguales”. Creer que vivimos en una gran mentira, en un gran complot es dejarle toda nuestra carga a los gobernantes. En México seguimos pensando que el gobierno tiene la responsabilidad de todo. Si el sistema de salud no funciona es culpa del gobierno, si el río está infestado de contaminantes, es culpa del gobierno, si maltratan inmigrantes es culpa del gobierno, si el narco está pudriendo todo el sistema es culpa del gobierno. Como si el gobierno no estuviera constituido por personas, como si fuera una estructura monolítica donde trabajan todos los villanos del cuento.

                El gobierno, a fin de cuentas, es un ente creado por sus propios gobernados. Si los señalas, simplemente te estás señalando a ti mismo. Toda una paradoja. La única forma en que te puedes salir de este círculo de señalamientos es ser un ciudadano con total responsabilidad de tus acciones. El darse cuenta, el percatarse con información y criterio, el ser un ciudadano progresista, consciente, te permite levantar el dedo flamígero y señalar a los gobernantes. Gobernantes que tiene mucho de criticables.

                Respecto a la gripe porcina me han llegado ya varios mails con una supuesta conspiración. Muchos igualan esto al fenómeno del “Chuapacabras” y lo mezclan con ideas que francamente me parecen risibles o en extremo sobadas. Conspiraciones bastante absurdas que incluyen desde que el virus no existe, que fue un acuerdo del grupo de los ocho, que el gobierno mexicano espera sacar una gran tajada monetaria, que Estados Unidos soltó un virus de diseño, que todo es una cortina de humo para que no veamos el par de leyes que se aprobaron apenas, pero que no se han ratificado.

                No nos perdamos en el bosque y veamos los árboles. Siempre que pensemos en una conspiración veamos quien sale beneficiado de ella. Al gobierno de derecha actual no le conviene hacerse una conjura contra él mismo. Se están perdiendo miles de millones de pesos cada día que sigue esta contingencia y locura mundial. La línea aérea Iberia ya quebró al igual que GM, y los hoteleros están que crispan de nervios al ver como el turismo extranjero se está alejando de los destinos turísticos. Por más dinero que el gobierno mexicano reciba de la OMS o de préstamos del FMI el reponerse de las pérdidas monetarias y de prestigio que está dejando el virus mutante, será un gran camino cuesta arriba.

                 La otra vertiente, que el gobierno de Estados Unidos diseño el virus. Dios mío, pues que imbéciles para soltarlo en su patio trasero, que es como escupir para el cielo. La historia  contradice este punto: los experimentos de armas nuevas han sido siempre en lugares alejados de ellos, desde Japón hasta por Vietnam.

                En realidad lo que produjo esta pandemia es el capitalismo salvaje, este neoliberalismo absurdo, sin un dejo de cuidado para proteger a la naturaleza y por ende, el equilibrio ecológico.  Explica Mike Davis en un artículo publicado en el diario londinense de The Guardian y circulado en español por la red, que:

…el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada…

…han propiciado que nuevos virus animales y humanos sean los nuevos problemas que la humanidad se enfrente. O creían que esta tendencia de ser delgados y vitaminados con productos de diseño no acarrearía cambios en nuestra genética. Creían que los productos light, cremas, pastillas, alimentos adicionados no traerían consecuencias. Que la carne animal criada con hormonas y medicamentos sin restricción alguna no traería verdaderos problemas de salud.

Esto aunado a la impericia y corrupción de nuestro sistema de salud que hizo caso omiso de los llamados de la OMS del surgimiento de un nuevo virus en Perote, Veracruz desde el 11 de abril, hicieron que se extendiera rápidamente esta epidemia.

Las verdaderas preguntas que nos debemos hacer es ¿por qué no se investiga el criadero de cerdos en Perote, de la transnacional Smithfield Farms, donde todo indica que de ahí surgió el virus? ¿Por qué no se enjuicia a las personas responsables del sistema de salud que desoyeron los llamados de OMS mucho antes de que se extendiera el virus? ¿Por qué se dio la alarma después de que el presidente Barak Obama se fuera nuestro país? ¿Es que decidieron acallar la bomba de tiempo que se tintineaba con tal de sacarse una foto?

Lo único para lo que está sirviendo este virus es para demostrarle al mundo que el sistema mexicano es corrupto y torpe (cosa que nosotros ya sabemos), que el capitalismo salvaje está en crisis porque el sistema económico actual ya está caduco y enfermo. Que la derecha y el enriquecimiento a costa de la naturaleza y el sufrimiento del prójimo solo van atraer más y más problemas. Pero tengamos confianza, tengamos la cara al viento y no dudemos, porque cuando esto termine, cuando las tinieblas se ciernan sobre nosotros,  en la hora más oscura levantaremos el puño y haremos la revolución de lo inteligente.

Iván Farías

 

martes, 10 de marzo de 2009

Culo de paja


Bebió y bebió con gusto de la cerveza que se le ofrecía. Reía y elevaba su brazo al cielo para brindar por todos. Entonces llego su mitad siniestra, la que se esconde agazapada en su sonrisa de niño, en sus ojitos a medio abrir, en su risa sincera. Cuando la maldad se posesiona de él, los ojos se le llenan de vida y su discurso se hace flamígero, insultante. Su boca puede ser el pozo del vituperio, una hoguera de mierda, un verdadero infierno.
Reía con gusto y soltaba bromas que muchas de las veces sólo él entendía. Señalaba senos y pendejeaba a diestra y siniestra. Parecía el hijo de un dios menor que se sabe protegido por el halo de su padre. Entonces vino el quiebre y la consecuencia directa de sus acciones. Lo tome por el cuello y azoté mi puño sobre él con violencia. La imagen de su rostro impávido mientras lo violentaba se repetiría como loop en mi cabeza cada vez que cerrara los ojos.
Desperté con el sabor de centavo en la boca y la mano adolorida. Cerré y abrí la mano en varias ocasiones. Había gente dormida en el suelo de mi casa, botellas de cerveza en el suelo, mi celular cargándose y el tinaco del vecino tirando agua porque su flotador está roto desde hace tiempo. La cabeza me dolía y la mano se abría y se cerraba.
Subí al auto, pero más que por buscar un alka seltser, por no quedarme en la fría cama con la cara de él impávida, recibiendo mi puño. Metía las velocidades y lo recordaba, rompía el empaque de las tabletas y me dolía, cargaba el garrafón y me dolía. La mano se me va a secar, decía madre cuando hacía el amago de devolverle un golpe.
Regresé, vi como las burbujas subían por el vaso y me quedé así hasta que la efervescencia terminó. Lo bebí con tranquilidad y cerré los ojos para volver a ver su rostro.
Al otro día, cuando llegue al lugar donde veo cotidianamente a mi agredido, supe porque los argentinos le dicen “culo de paja” a la vergüenza. Se acercó a mi escritorio y me dio la mano. Le ofrecí mi diestra dolorida y me dijo: ¿Cómo amaneció ese brazo?

lunes, 2 de marzo de 2009

Despertar


Despertar y encontrarse con el frío de la mañana. Despertar y ver el techo igual que todos los días. Despertar y encontrar (a veces) a alguien a tu lado, durmiendo. Los hombres nos levantamos temprano y ellas siguen siempre un poco más en la cama. Nos levantamos y ellas esperan algún cariño mientras nosotros intentamos articular algún avance.
Levantarse con el piso convertido en un témpano y sentir como el calor acumulado se escapa por los pies. Levantarse y encender el calentador. Dragón adormilado que suelta su estruendoso aliento. Su sonido es el arrullo de un poco mas de sueño. Y sentir como la almohada te vuelve a comer el coco y el dormir se va apoderando de ti. Y abrazar ese cuerpo que te brinda su calor porque ya estas frío. Oler su piel y perderte en ese cabello extra liso, extra suave. Desear que el mundo se detuviera solo unos minutos más y que la mañana fuera eterna. Si hablar sin sentir ningún tipo de miedo, de responsabilidad. Sin dvds que entregar, sin oficios que girar, sin correos que enviar, sin tener que poner tu dedo en la computadora y esperar a que en el administrativo estén contentos con detener tu culo durante ocho horas, más comida, en una silla giratoria.
Levantarse cuando la alarma suene por segunda vez y poner música o torturarse con las noticias. ¿Cuántos cadáveres saldrán hoy? La bolsa sube y baja y los jupies sufriendo. Esperar que todo cambie o que se quede igual. O esperar que el agua caliente no se enfrié tan rápido como sucede a diario. Qué película habrá en el cine, qué se me puede olvidar. Comprar la comida de los gatos. ¿Cuáles gatos? Yo no tengo gatos. ¿Entonces esos pelos en mi gabardina de fieltro?
¿Cómo estará Paris a esta hora? ¿Y Buenos Aires? ¿Qué horas son en Moscú? Quebrar los huevos y preguntarse porque la morena ya no quiso regresar a dormir a la casa. Porque me juro amor y el miércoles no llego. Esperar a que el agua hierva, apagar y servir dos cucharadas de café directo de la lata.
Café arriba, ojos dilatados, sabor amargo en la boca. Café arriba buenos días vida.

miércoles, 11 de febrero de 2009

La hora del suicidio


Cuando llegue a casa luego de un día glorioso las botellas estaban vacías. No quedaba más tinto reserva ni lambrusco espumoso ni Sangre de Toro; vaya ni un pinche refresco de uva. Las cervezas estaban regadas en el suelo, pisoteadas mil y un veces contra la loseta. El baño olía a miados y había rastros de vomito cerca del sofá cama. La casa olía a marihuana. No se habían comido los quesos, porque son de esos que agarran la lengua, de esos que necesitan ser placeres aprendidos para comértelos con gusto. Había libros regados en los sillones, revistas rotas y trastes por todos lados.
Le pedí que pasara sobre esa escena de guerra. Me arme con unos “charquitos” de vino de las botellas sobrantes. “Un fondue de vinos”, dijo ella después de vomitar. Los puse en una tasa de barro, que es mi favorita y le hice la cama. Se habían acabado mis condones pero cuando menos habían tenido la delicadeza de deshacerse de ellos en el bote de afuera.
Dormimos en medio de la catástrofe gracias al cansancio de la noche anterior y disfrute con el olor de su cabello pegado a mi rostro. Sentí su delgado cuerpo unido al mío y como se abandonaba a mis brazos. No hay sensación de mayor tranquilidad que esa. Saber que ella puede abandonarse a ti y descansar tiernamente mientras tú roncas sin sentir.
Al despertar traté de hacer un poco de orden en aquel desastre. Platicamos y regrese a su lado dejando que todo siguiera caído. Y hablamos de todo y nada, de vida y muerte, de risas y llantos, de él y ella, de viajes y de encierros. Luego volvimos a dormir con el estómago vacío. Se fue muy de mañana. Luego de despedirla seguí durmiendo.
Por la tarde barrí, arregle libros y revistas, discos y trastes. Mientras Sabina pedía bajarse en Atocha y los Redondos hablaban del encantador infierno. Entonces, mientras se secaba el piso, llego la hora del suicidio. Me senté en el pórtico de la puerta y le mande un mensaje. Justo antes de que la cuerda llegara a mi cuello, me respondió.

Tú sabes no soy bueno


Desperté en otro hotel. Era una habitación pequeña, pero que daba al centro de la gran ciudad. Salude a mi acompañante desde la cama mientras ella contestaba el celular e iniciaba el skype para proseguir con su vida diaria. Una mujer ocupada, muy ocupada, de gran mundo, tres idiomas y una cuenta larga de teléfono. Yo era ahora solo un bulto en la cama, ayer era el especial nocturno, el gran conquistador, el hombre al que se le cumplían sus fantasías. ¿Así te gusta? ¿Me inclino más? El tipo que ofrecía plática y sonreía. El que no volteaba a ver a ninguna otra mujer. “Tengo hambre”, dijo entre una y otra llamada. “¿Podrías poner algo de música?“ Encendí la computadora y seleccioné algo que nos gustara a los dos. Ayer había sido pop basura cortesía de ella (con grandes interpretaciones mías), mezclado con mi necedad de oír grandes éxitos del lounge y de acid jazz. Puse en mi lap a Amy Winehouse, You know I’m no good. Me desperté con esa tonada y quería oírla en la habitación. Ella traía sus lentes de leer y esa bella bata de seda vietnamita. Toda una princesa. Yo me puse mis viejos pantalones de mezclilla deslavada y le avisé que me iba a bañar. “Yo también muero por desayunar.” En el baño leí la típica advertencia de “si usted olvido algo nosotros…” pedí todo, peine, cepillo de dientes, hilo dental, un par de aspirinas… “No tenemos, pero hay paracetamol.” Luego de ducha la encontré vestida. Estás enojada, dije. Me contestó con un largo beso que por poco se convertía en sexo sobre la alfombra, pero el rastrillo y lo demás tocaron en ese instante. Parecía una artista en su paseo dominical. Lentes negros, cabello suelto y ropa holgada. Yo traía la misma ropa de ayer, ella sabía que no regresaríamos a su casa, yo sólo fui a charlar. En la terraza del hotel, donde desayunamos el buffet dominical, encontré a una cuarentona de muy buen ver, a un par de políticos de más de setenta, una familia de gringos que disfrutaban el melancólico sonido del salterio y a la mujer más hermosa del mundo enfundada en mezclilla azul y una tierna blusa con cuello v que dejaba ver su breve y delicioso pecho. Me serví dos o tres veces jugo de naranja con mandarina y barbacoa. En un momento, mientras ella iba al baño me acerque a la chica y le pregunté su nombre. Ella se espantó. Tal vez todavía olía a sexo, pensé. Le pedí disculpas por el atrevimiento y profundamente afectado por su negativa le dije que una cara tan linda como la suya me obligaba a hacer tonterías. Sumé dos o tres lisonjas más que me salieron de muy dentro del alma. Ella se fue con su plato a las mesas del solar. Yo me quedé como vampiro en donde los rayos de la mañana casi no calaban. Al poco regresó mi acompañante y pidió nos fuéramos de ahí. La tome de la cintura y nos alejamos del restaurante. Antes de salir, voltee hacia atrás y descubrí a esa criatura hermosa con su escote asomándose a la jarra de jugos especiales (green juice). Le hice adiós con mi mano libre y ella me contestó de la misma manera un poco despistada. Le sonreí. Luego imaginé que delicioso sería despertar con ella un buen día por la mañana. Sentir su delgado cuerpo junto al regordete mío, y platicarle hasta entrada la tarde. No soy bueno, le diría y sabría que en un desayuno podría pasarle lo mismo que a mi actriz dominical en descanso.

Sobre una mujer


Vi su fotografía días después, cuando baje a la computadora las que traía en la cámara. Vestía la misma blusa rosa, el cabello alborotado y la cara pintarrajeada con supuesto gusto, tal y como la conocí. Parecía una prostituta de las que salen en Los Caifanes. Tenía el rímel acumulado en las comisuras de los ojos y una gran mancha de maquillaje rosa sobre la cara. Su cuerpo era bello, como el de muchas otras chicas de 17 años. Tengo una debilidad por las mujeres que parecen caídas en desgracia. Ella era una de esas. Me pidió un trago, revisé mi bolsillo y fuimos a la vinatería acompañados de una pléyade de personajes. Yo quería Whisky, ella no tenía idea. La gente no entiende mi gusto por el Jack Daniels. Los otros pidieron mezcal, yo asentí. Pague y caminamos por la calle sin acertar a oír su historia. Se reía con fuerza y se apoyaba en mi prima, su entrañable amiga. Mi hermano platicaba con ella y le soltaba miradas lujuriosas. Platique con estos y con aquellos. Oí la tristeza de un tipo que su novia lo había engañado, uno más que contaba sus viajes por Finlandia. Su novia era un maniquí. “Mi esposa”, decía con fuerza y se pegaba en el pecho. Yo solté un par de consejos. Es lo que esperan los muchachos de un güey más grande. Algunos me respetan. Soy de los pocos que han salido del barrio, no se casaron y no se llenaron de hijos. Para ellos mi vida es un sueño. Para mí, su vida es mi sueño. Nadie está a gusto con lo que es. Cuando llegamos afuera de la fiesta nos estacionamos en el portón. El espíritu adolescente se olía por todos lados. Yo bebí un trago más para que los años excedentes se fueran eliminando y pudiera encajar. Ella seguía riendo y pedía música “para bailar”. Nadie iba a hacerle caso. Su novio desapareció por ahí y me acerque a decirle lo propio en una noche fría. Le dije algunas poesías guarras. La tomaba de la cintura y le habla al oído. Saque la cámara y nos tomamos algunas instantáneas. La besaba en el cuello, en las mejillas y cerca de la boca. Ella se reía. La acompañé al baño y en el pasillo oscuro nos besamos. Me hizo a un lado para decirme que su novio podía venir en cualquier momento. Luego, viendo mi cara me comenzó a chillar que los hombres solo la querían para “eso”. ¿Por qué la gente me ve con cara de confesor? La intenté besar de nuevo, pero seguía llorando. La dejé ahí en el pasillo. Cuando salió, se integró a la fiesta como si nada. La fiesta siguió y ella se fue a dormir con alguien más. La calle no había cambiado. Seguían siendo los mismos personajes, las mismas situaciones. Diferentes nombres.

Días finales


El fin del mundo es algo recurrente dentro de la psique del ser humano. En algún momento de nuestra existencia hemos llegado a pensar en como sería el tiempo final, el día del juicio, el final de los días.
Cada cultura tiene su concepción y cada ser humano su versión. Hay desde las dolorosas de las religiones judeo-cristianas, con sangre lloviendo de los cielos, con trompetas anunciando pestes y el tremendo juicio sumario levantado a muertos y ajusticiando vivos. Hasta el sereno final de los hindús con todo desapareciendo sin ningún tipo de dolor.
Sin embargo, el dolor domina la mayoría de los finales. Esta necesidad de limpieza de los pecados cometidos sólo puede ser realizada con el ejercicio divino del dolor. El Dios inoculado en la mayoría cristiana es un Dios vengativo, un Dios padre golpeador, un Dios dictador y no uno de amor. Razón por la cual las sectas de corte sacrificio-consagración-perdón, menudean.
Los Testigos de Jehová son una de ellas. Esta escisión de la religión protestante norteamericana se fundó gracias a la creencia de que el fin del mundo era evidente. Su versión era aún más cinematográfica que la de las demás sectas de su tiempo, porque aquí incluía a unos pocos elegidos que se verían la cara directamente con Dios, luego de sortear las mil y un inclemencias que serían mandadas para el castigo divino de los mundanos. Sin embargo, el fin del mundo nunca llegaba, por más que movían las fechas y volvían hacer otro convite replegados en alguna solitaria montaña. Razón por la cual y luego perder muchos de sus practicante, aplazaron la fecha indefinidamente.
Casi nadie puede olvidarse del suicidio colectivo ocurrido en la Guyana, luego de que el reverendo Jim Jones obligara a sus fieles a beber jugo de naranja envenenado. Jones era un tipo ambicioso que predicaba el fin del mundo a diestra y siniestra, con el fin de que sus seguidores le endosaran sus propiedades, ya que ante la inminencia del final no tenía sentido seguir acumulando objetos. Sin embargo y luego de que los marines norteamericanos le siguieran los pasos hasta Sudamérica, decidió adelantar el juicio final y más de un centenar de sus fieles lo acompañaron al otro lado.
En nuestro país existen sectas neomexicanistas con varios europeos entre sus filas, y en ellas se ha propagado la versión de que la cuenta de los días Maya, que llegaba por motivos de espacio en las estelas hasta el 2012, es el día señalado para el fin. Razón por la cual varios ha empezado a pronosticar dicho año como el de la catástrofe final.
En especial he tenido acercamientos con una secta ubicada en el desierto de Saltillo, que mezcla a partes iguales ideología neomexicanista, con textos de la tradición hinduista, parafernalia jodorowskiana y las tradicionales paranoias sectarias. Una bruja new edge, que baja los libros de los santones hindús tan en boga en estados Unidos, como Osho y Sai baba, que habla sobre el tarot y pronostica que el fin del mundo será el señalado por las estelas mayas, no puede ser menos que risible. Pero para sus seguidores, es señal inequívoca de que todo lo que ella dice, es verdad. Desde el volverse vegetarianos clase dos, es decir ni huevo, ni leche y abandonar cualquier tipo de excitantes, como lo son el café, el ajo y la cebolla (¿?!¡).
Algunos de sus allegados se han propuesto vender sus pertenecías para poder acumular víveres ante la inminencia del desastre. El 2012 es el final y hay que irse preparando, a pesar de que varios de estos líderes espirituales como Alejandro Jodorowsky han insistido que el mundo cumple ciclos y que esta fecha no tiene nada que ver con un cataclismo a nivel planetario.
En alguna ocasión y ganándome la animadversión de uno de sus seguidores, le rpegunté que en que uso horario y que calendario regía la vida de Dios, digo, para poner mi reloj a tiempo del fin. El joven intento decirme algo, luego se quedó callado, para acabar dejándome con mi pregunta en el aire.
El realidad, la gente que desea el fin del mundo, es porque está cansada de su vida y piensa que si todo se va al carajo su existencia cambiara para bien.