miércoles, 11 de febrero de 2009

Días finales


El fin del mundo es algo recurrente dentro de la psique del ser humano. En algún momento de nuestra existencia hemos llegado a pensar en como sería el tiempo final, el día del juicio, el final de los días.
Cada cultura tiene su concepción y cada ser humano su versión. Hay desde las dolorosas de las religiones judeo-cristianas, con sangre lloviendo de los cielos, con trompetas anunciando pestes y el tremendo juicio sumario levantado a muertos y ajusticiando vivos. Hasta el sereno final de los hindús con todo desapareciendo sin ningún tipo de dolor.
Sin embargo, el dolor domina la mayoría de los finales. Esta necesidad de limpieza de los pecados cometidos sólo puede ser realizada con el ejercicio divino del dolor. El Dios inoculado en la mayoría cristiana es un Dios vengativo, un Dios padre golpeador, un Dios dictador y no uno de amor. Razón por la cual las sectas de corte sacrificio-consagración-perdón, menudean.
Los Testigos de Jehová son una de ellas. Esta escisión de la religión protestante norteamericana se fundó gracias a la creencia de que el fin del mundo era evidente. Su versión era aún más cinematográfica que la de las demás sectas de su tiempo, porque aquí incluía a unos pocos elegidos que se verían la cara directamente con Dios, luego de sortear las mil y un inclemencias que serían mandadas para el castigo divino de los mundanos. Sin embargo, el fin del mundo nunca llegaba, por más que movían las fechas y volvían hacer otro convite replegados en alguna solitaria montaña. Razón por la cual y luego perder muchos de sus practicante, aplazaron la fecha indefinidamente.
Casi nadie puede olvidarse del suicidio colectivo ocurrido en la Guyana, luego de que el reverendo Jim Jones obligara a sus fieles a beber jugo de naranja envenenado. Jones era un tipo ambicioso que predicaba el fin del mundo a diestra y siniestra, con el fin de que sus seguidores le endosaran sus propiedades, ya que ante la inminencia del final no tenía sentido seguir acumulando objetos. Sin embargo y luego de que los marines norteamericanos le siguieran los pasos hasta Sudamérica, decidió adelantar el juicio final y más de un centenar de sus fieles lo acompañaron al otro lado.
En nuestro país existen sectas neomexicanistas con varios europeos entre sus filas, y en ellas se ha propagado la versión de que la cuenta de los días Maya, que llegaba por motivos de espacio en las estelas hasta el 2012, es el día señalado para el fin. Razón por la cual varios ha empezado a pronosticar dicho año como el de la catástrofe final.
En especial he tenido acercamientos con una secta ubicada en el desierto de Saltillo, que mezcla a partes iguales ideología neomexicanista, con textos de la tradición hinduista, parafernalia jodorowskiana y las tradicionales paranoias sectarias. Una bruja new edge, que baja los libros de los santones hindús tan en boga en estados Unidos, como Osho y Sai baba, que habla sobre el tarot y pronostica que el fin del mundo será el señalado por las estelas mayas, no puede ser menos que risible. Pero para sus seguidores, es señal inequívoca de que todo lo que ella dice, es verdad. Desde el volverse vegetarianos clase dos, es decir ni huevo, ni leche y abandonar cualquier tipo de excitantes, como lo son el café, el ajo y la cebolla (¿?!¡).
Algunos de sus allegados se han propuesto vender sus pertenecías para poder acumular víveres ante la inminencia del desastre. El 2012 es el final y hay que irse preparando, a pesar de que varios de estos líderes espirituales como Alejandro Jodorowsky han insistido que el mundo cumple ciclos y que esta fecha no tiene nada que ver con un cataclismo a nivel planetario.
En alguna ocasión y ganándome la animadversión de uno de sus seguidores, le rpegunté que en que uso horario y que calendario regía la vida de Dios, digo, para poner mi reloj a tiempo del fin. El joven intento decirme algo, luego se quedó callado, para acabar dejándome con mi pregunta en el aire.
El realidad, la gente que desea el fin del mundo, es porque está cansada de su vida y piensa que si todo se va al carajo su existencia cambiara para bien.

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