martes, 9 de marzo de 2010

Bukowski


Conocí a Charles Bukowski en el último año de la preparatoria. Compré Factótum en una oscura librería del portal del centro. ¿Cómo llegó ahí?, aún no me lo explico. Pero hay libros que te buscan y este y yo nos hicimos amigos instantáneos. Lo devoré camino a la escuela y no paré hasta verle fin. Luego más y más llegaron a mí. Ya sea robándolos en la Gandhi o de las casas de uno o dos personajes que sabría no los echarían en falta.
¿Quieres leer Bukowski?, me dijo una novia muy querida que tuve y me regaló tres libros. Y así, no solamente comencé a engullirlo a él, sino a la gente de la que hablaba. Cuando topé con “El incendio de un sueño” comencé a frecuentar bibliotecas. No me alcanzaba el dinero, ni las amistades ni los amores ni el cinismo para tener tantos libros. Bukowski me enseño a leer más que mis dos anteriores maestras de literatura, con todo y sus doctorados.
El viejo me llenaba por muchas razones: su alcoholismo, su desfachatez, su humor sardónico, sus problemas con su padre y el hecho de sentirse un paria. Esa misma mezcla la tenía yo y la andaba cargando desde la infancia. Como dice Nahum Torres, uno no se hace marginal, lo marginan. Mi abuelo era alcohólico y lo acompañaba a sus giras por las cantinas del centro del DF. Y bueno, tenía que lidiar con los padres que me salían. Que muchas veces, los cabrones, eran peor que el de Hank. Entonces, cuando me dolía el alma, el viejo me contaba de la vez que se escondió de sus amigos debido a su terrible acné. Me contó que su primera vez fue con una gorda enorme en un hotel terrible. Me confesó que tampoco hizo el servicio militar y que su país le importaba tan poco.
Algunos amigos compartíamos el mismo placer por su lectura, pero muchos se quedaban en el simplismo de beber y decir pendejadas. De reírse y drogarse como locos. Algunos hasta dejaron de beber y se volvieron funcionarios de tiempo completo. Que terrible traición.
El viejo cumple hoy justamente 14 años de muerto, 14 años que su maltrecho y regordete cuerpo nos abandonó. Todavía Carlos Martínez Rentería lo menciona una vez al día en alguna de sus pláticas.

No hay comentarios: